
«Es necesario que se ponga la teología al alcance de todos los hijos de Dios dándosela caldeada en el amor para que vivan en intimidad con la Familia Divina»
Publicaciones periódicas
El Solo
«El Solo...». Soledad que nosotros nunca podremos penetrar en tu capacidad como infinita... ¡Oh Jesús!, reflejo de esta soledad terrible fueron los momentos sangrantes de tu pasión dolorosa, en los cuales toda tu humanidad manifestaba el desamparo de tu alma, no solamente en tu dolorosa tragedia interna, sino también en tu vía crucis solitario de desamparo humano...
DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS DESAMPARADO…?
Qué lucha –sin lucha–, la que se estableció entre la Santidad del Padre ofendida, que no podía aceptar al pecado, y la misma Santidad que, en su Unigénito, vuelta hacia el Padre, le imploraba, en desgarro supremo de infinita y cruenta inmolación: «Abrázame con toda la humanidad, o me rechazas con toda ella».
TODA LA VIDA DE CRISTO ES UN MISTERIO DE DESCONSUELO
«El alma incomprendida no puede ser consolada. Tu alma, oh Cristo mío, misterio y filigrana del divino Amor, por ser el alma del Verbo, tiene una capacidad incomprensible para nosotros de amor y de dolor, que en la tierra nunca se ha podido ni se podrá abarcar. Y como el alma es consolada en la medida que es comprendida, aquella parte del alma de Cristo que queda sin comprender se queda sin recibir consuelo; y, al exceder su capacidad casi infinitamente a la nuestra, esa parte misteriosa, profunda y trascendente, a la cual nunca podremos llegar, queda sin consolar, y por eso: “Busqué quien me consolara y no lo hallé”».
LA EXCELENCIA DE DIOS
Era tanta la excelencia de Dios, tan inmensa la grandeza de su infinito ser en la plenitud de su fuerza, tan infinitamente distinto y distante de todo lo que Él no era, que todo lo que no era Él, ante mi mirada espiritual, prácticamente pasaba a no ser... ¡Nada era sino Dios!, porque Dios se era lo único que era en la plenitud excelente del poderío de su infinito, consustancial y coeterno ser divino.