Desde el pasado martes 26 de julio de 2022 numerosos grupos de peregrinos nos congregábamos en Roma para participar en los actos conmemorativos del primer Aniversario de la marcha de la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia a la Eternidad.
Llenos de emoción, nuestra primera visita fue la capilla de la casa de apostolado de San Pedro Apóstol, donde se encuentra su sepultura, reposando allí su cuerpo a los pies del sagrario, junto a Jesús Sacramentado al que tanto amaba.
Ese momento fue especialmente emotivo evocándonos los acontecimientos vividos el pasado año donde en aquel mismo lugar nos despedíamos de nuestra queridísima Madre, pronunciando cada uno de nosotros en el interior de nuestro corazón un: ¡Gracias!, repleto de matices por todo lo que había sido su vida no sólo para toda la Iglesia, sino también para todos y cada uno de aquella multitud de personas que, durante cinco días ininterrumpidamente, se acercaban a la capilla ardiente con visibles muestras de cariño y agradecimiento.
A lo largo de todo este año que ha transcurrido, con gozo hemos podido compartir muchas veces la experiencia de habernos sentido muy cerca de ella, amparados por su presencia espiritual, acompañados en nuestras dificultades, iluminados en nuestras encrucijadas… hemos podido constatar que las palabras de la Madre: “Cuando yo me vaya, me tendréis aún más cerca de vosotros”, se han hecho realidad en la vida de todos y cada uno de nosotros.
Por cuanto es y significa en la Iglesia la Madre Trinidad, todos los que hemos podido, incluso superando grandes dificultades, hemos acudido a esta celebración del primer aniversario de la marcha de la Madre Trinidad.
Esta peregrinación ha marcado nuestras vidas en agradecimiento a la Madre y en urgencias por hacer de toda nuestra existencia una respuesta de entrega incondicional que la perpetúe.
El día 28 de julio a las 18:30h celebramos la Santa Misa solemne de primer aniversario en la casa de San Pedro Apóstol, donde reposan los restos de la Madre Trinidad.
La Santa Misa fue presidida por Mons. Hočevar, obispo de la diócesis de Belgrado, y Obispo adherido de La Obra de la Iglesia, y que en varias ocasiones tuvo la oportunidad de encontrarse personalmente con la Madre Trinidad.
A continuación tuvimos un encuentro familiar en el que se hizo realidad esa frase de la sagrada escritura que la misma Madre Trinidad en tantas ocasiones nos recordaba y hacía realidad … «cuán bueno y deleitable es morar juntos los hermanos…»
El encuentro se fue desarrollando con distintas intervenciones: canciones, escritos, testimonios… que aunaban los sentimientos de unión y de gratitud a nuestra Madre Trinidad.
El día 29 peregrinamos a la Basílica de San Pedro en el Vaticano siguiendo los pasos que la Madre Trinidad recorrió tantas veces para venerar los restos del Apóstol en el corazón de la Iglesia, y seguidamente nos trasladamos a la Basílica de San Pablo Extramuros. Basílica en la que hace un año nos despedíamos de la Madre Trinidad celebrando la Santa Misa de exequias.
“Solemne y familiar celebración llena de unción y de gozo del Cielo” en palabras de Mons. D’Ercole, que recogían los sentimientos de todos los presentes.
Al finalizar, todos los celebrantes bajaron al altar de la confesión de San Pablo, para acompañados de todos los fieles venerar los restos del Apóstol, poniendo bajo su protección La Obra de la Iglesia. En estos momentos resonaban en nuestros oídos aquellas palabras grabadas por Dios en el alma de la Madre Trinidad como mandato: “¡Vete y dilo! ¡esto es para todos!; y que ella ha depositado en nuestras almas con la urgencia de llevar su mensaje a todas las partes del mundo.
El día 29 por la tarde se trasladó la imagen de la Virgen de Valme desde el altar mayor de la parroquia que lleva su nombre a la plaza de San Pedro Apóstol, haciendo una parada frente al Santísimo de la capilla y la sepultura de la Madre.
Allí, en el ingreso principal de la casa, ornamentado al estilo sevillano, se hizo un homenaje a la Virgen de Valme, reviviendo tantos otros que junto con la Madre habíamos tenido y en los que ella tocaba los «palillos» y rompía en”¡Vivas!” a la Virgen de Valme.
Rezamos juntos el Santo Rosario solemnizado con cantos y lecturas ante la Virgen de Valme, seguido de un acto mariano en el que pusimos nuestras vidas e intenciones bajo su manto de Madre.
El sábado día 30 recorrimos los lugares en los que la Madre vivió la mayor parte de su estancia desde que en 1993 se estableciera en Roma para” vivir y morir junto a la Sede de Pedro”.
Con esta emotiva peregrinación concluyó este grandioso acontecimiento de la celebración del primer aniversario del tránsito de la Madre Trinidad
Una peregrinación que ha marcado nuestras vidas y nos ha llenado de la presencia de la Madre, porque la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia sigue palpitando en el alma de todos y cada uno de sus hijos y de todos aquellos que a través de sus charlas, vídeos y escritos escuchan la Canción vibrante, gloriosa y desgarrada del Eco de la Iglesia.
Inmaculada Gómez Amat