El pasado sábado 28 de enero de 2023 un numeroso grupo de peregrinos de La Obra de la Iglesia acudíamos a la Iglesia parroquial de Santa María Magdalena en Dos Hermanas, Sevilla, para honrar a la Santísima Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de Valme, tan querida por todos y a la que la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia, siempre llevó en su corazón.
En este año jubilar en que se cumplen los 50 años de la coronación canónica de la Sagrada imagen, tuvimos el gozo de postrarnos con entrañable amor filial ante la protectora de este querido pueblo de Dos Hermanas, que vio nacer a quien Dios tenía destinada para una gran misión en el seno de su Iglesia Santa.
Nuestro punto de partida, como viene siendo para tantos Cardenales y Obispos, que habiendo conocido a la Madre Trinidad, peregrinan a estos lugares, fue su casa natal, en el número 33 de la calle Nuestra Señora de Valme, desde donde con profundo espíritu de oración, en silencio, salimos en dirección a la parroquia recorriendo aquel camino que la Madre Trinidad en los años de su juventud hacía presurosa para encontrarse con Jesús en la Eucaristía.
Al llegar al templo parroquial, nos recibieron afectuosamente, un representante de la Hermandad y el Párroco D. Manuel Sánchez quién en el umbral de la Puerta Santa, nos dirigió unas palabras y acogió con alegría.
Tras atravesar la Puerta Santa, nos dirigimos en primer lugar, cantando, al encuentro de Jesús Sacramentado en la hermosa Capilla del Sagrario; aquella Capilla que encierra entre sus muros, los íntimos, profundos y prolongados, encuentros de Jesús en el Sagrario con aquella jovencita que oculta y desapercibida en un rincón de ella, volcaba todo el amor de su corazón en dar descanso y consuelo a Jesús, al que apercibía muy solo, triste y abandonado en el Sagrario.
Su profunda intimidad con Él, la hizo apercibir la nostalgia de Jesús en necesidad de que las almas “entren dentro” de su corazón; un “entrar dentro” que arraigó en el alma de la Madre Trinidad, formando parte de su fisonomía espiritual y que siempre transmitió a sus hijos.
En este día, La Obra de la Iglesia, representada en el numeroso grupo de peregrinos, recordábamos con emoción, en ese mismo lugar, tantas comunicaciones y promesas del Señor a la Madre Trinidad que en aquel entonces quedaban en su alma como envueltas por el misterio, pero que después a lo largo de toda su vida se fueron cumpliendo y esclareciendo ante su mirada espiritual.
Transcribimos un bello poema de la Madre Trinidad evocando aquellos encuentros, que en los años de su juventud, vivió desde «el rincón del Sagrario» con Jesús.
EL SAGRARIO DE MI PUEBLO
Cuando evoco en el recuerdo aquel pasado
que he vivido en el silencio del olvido,
se me encienden mis entrañas con ardores,
respondiendo, en mi manera, al Dios bendito.
Horas largas en la iglesia de mi pueblo,
remansándome en el pecho de mi Cristo,
y escuchando dulcemente de su boca
sus quejares en lamentos contenidos…
¡La parroquia de mi pueblo…!
¡Cuántos misterios vividos
sin que nadie lo supiera,
sólo por Dios conocidos…!
Junto a mi Virgen de Valme,
bajo su amparo, he sabido
sapiencias del Dios del Cielo
y sus misterios divinos
que, a través de aquel Sagrario,
mi espíritu ha comprendido.
Horas largas de romances
donde mi alma ha venido
poco a poco regustando,
en ratos que nunca olvido,
misterios que yo guardaba
en mi corazón herido,
día tras día en silencio,
porque el Infinito Amor
era poco conocido…
¡Mi Sagrario…! ¡Mi parroquia…!
¡El pueblo donde he nacido…!
junto a mi Virgen de Valme,
siendo, en los planes divinos,
Eco de la Iglesia Madre,
mensajera de un designio
con que Dios marcó mi alma
cuando en su pecho me dijo:
Vete a contar a los hombres
cuanto de mí has aprendido.
¡El Sagrario de mi pueblo,
donde orando he comprendido,
junto a mi Virgen de Valme,
tantos secretos divinos…!
14-2-1982
En este año jubilar, que la Santa Sede ha concedido a La Obra de la Iglesia, desde el 20 de diciembre de 2022, conmemorando los 25 años de su Aprobación de Derecho Pontificio, hemos querido acudir en peregrinación al amparo de Nuestra Señora de Valme, para implorar su protección y ofrecerle los frutos de la vida fecunda de la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia; simbolizados en un ramo de flores que dejamos depositado a sus plantas y en el que hemos querido reflejar a la misma Madre Trinidad y a toda La Obra de la Iglesia en sus distintas ramas de consagrados, y grupos de Obispos, Sacerdotes y Seglares adheridos, matrimonios y jóvenes militantes, colaboradores, niños, simpatizantes…; y todos aquellos que a lo largo de los tiempos recibirán el mensaje profundo y vitalizador que Dios ha puesto en el alma de la Madre Trinidad para hacerlo llegar a todos los hombres de todos los tiempos, con el fin de presentar “el verdadero rostro de la Iglesia”.
Seguidamente, dio comienzo el acto jubilar en la parroquia, con la adoración al Santísimo expuesto en el Altar Mayor, bajo la radiante imagen de la Virgen de Valme situada en el centro.
El esplendor de la Reina del Cielo presidiendo en el Altar Mayor, parece señalar la gloria de su Hijo Jesús, haciendo resonar en nuestro corazón sus palabras: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2, 5).
Tras una hora de adoración al Santísimo unidos espiritualmente a la Madre Trinidad, haciéndola presente a través de dos de sus poemas, evocando las experiencias vividas con Jesús en esta parroquia y anhelando, como ella nos enseñara “entrar dentro” del alma de Cristo para adorarle, repararle y darle el descanso de nuestro amor, dio comienzo la Santa Misa, presidida por el párroco D. Manuel, concelebrada por D. Gabriele, sacerdote de La Obra de la Iglesia, y vibrantemente participada por el pueblo con cantos.
La Santa Misa, como es tradición en la parroquia todos los sábados, terminó con la devoción de la Sabatina en honor a la Virgen, las súplicas, oración jubilar, salve e himno; y como conclusión un representante de la Junta de Hermandad, dirigió unas palabras a los peregrinos de La Obra de la Iglesia, haciendo mención a la Madre Trinidad que tanto amó a la Virgen de Valme, llegando su devoción por su medio, a lugares de todo el mundo.
Por último, el Teniente Hermano Mayor de la junta de Hermandad, hizo entrega al Director Local de la Rama Seglar Masculina, de un hermoso recuerdo de este día.
Y llenos de júbilo en el Señor salimos del templo, no sin antes pasar de nuevo a la Capilla del Sagrario, para agradecer al Señor el fruto de este acto jubilar y dirigiendo nuestra mirada de nuevo a la Virgen, implorar, desde el silencio de nuestro corazón, su continuo valimiento sobre cada uno de nosotros, nuestras familias y el mundo entero; para que por su mediación maternal, todos los hombres lleguen a encontrar a Dios, que por amor se ha hecho Hombre en sus entrañas purísimas, ha derramado su Sangre Redentora en la Cruz y perpetúa su presencia entre nosotros durante todos los tiempos en el seno de la Santa Madre Iglesia.
M.I.Gómez Amat