
Estimados hermanos, nos ponemos nuevamente en contacto con vosotros en este tiempo fuerte de la Liturgia, el tiempo Pascual.
Tiempo de gracia, de luz, de alegría, de encontrarnos con Jesús resucitado y de un modo nuevo ponerle en el centro de nuestras vidas. Esto nos llenará de gozo y entusiasmo y nos hará salir al encuentro de nuestros hermanos, para anunciarles la gran noticia de que Cristo resucitado vive y está presente en la Iglesia, y por la santísima Virgen María, a través de los Sacramentos, se quiere donar a todos y cada uno de sus hijos que, acercándose con corazón sencillo y abierto, puedan participar de la vida divina, para la cual todos hemos sido creados.
El mismo fuego del Espíritu Santo que impulsó a los Apóstoles a anunciar el Evangelio hasta los confines de la Tierra, es el que inundó a la Madre Trinidad en el año 1959, y con ímpetu irresistible la lanzó a los hombres con el mandato de:«¡Vete y dilo, esto es para todos!»;voluntad de Dios que Ella ha llevado hasta las últimas consecuencias, y se ha servido de todos los medios que ha tenido a su alcance: escritos, charlas, vídeos y sobre todo en su oración profunda y sencilla, en postura sacerdotal entre Dios y los hombres.
“Para saber lo que es Dios y lo que hace, lo que somos nosotros y lo que tenemos que hacer, hemos de acercarnos al silencio de la Eucaristía e, inflamados en el amor del Espíritu Santo, nos sentiremos impulsados a entregarnos a los demás para hacerles partícipes de la única y verdadera felicidad”.
(Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia)
Hoy, tras una larga etapa de más de 20 años de viajes apostólicos de los miembros de la Obra de la Iglesia al Ecuador, por fin en este mes de abril, las tres ramas de responsables se han establecido en tierras andinas, para anunciar el mensaje de la Madre Trinidad en el continente americano.
El sueño de Mons. Hugolino Cerasuolo, entonces obispo de Loja, de llevar a la Obra de la Iglesia a su diócesis, se realiza hoy con la acogida y bendición paternal del arzobispo de Quito y Primado del Ecuador Mons. Alfredo José Espinoza, el cual ha ofrecido a la Obra de la Iglesia la parroquia de Santa Ana en Nayón, hacia el norte de Quito, donde nos hemos sentido calurosamente acogidos, y donde hay multitudes de almas sedientas de Dios y de una formación espiritual, como ellos mismos nos manifiestan.

El pasado 7 de mayo, domingo, tuvo lugar la ceremonia de toma de posesión del nuevo párroco de Santa Ana: Don José Requenes, sacerdote de la Obra de la Iglesia de origen ecuatoriano (Loja);


Fue una ceremonia muy solemne y sencilla a la vez.
La Iglesia, bellamente adornada de flores, estaba llena de gente que acudió para acoger al Señor arzobispo, Mons. Alfredo José Espinoza, y celebrar con gran gozo la entrega oficial de la Parroquia a la Obra de la Iglesia.
Desde esta nueva zona de la Viña del Señor, la Obra de la Iglesia podrá realizar su apostolado con toda clase de personas: sacerdotes, religiosas, adultos, jóvenes, niños…, a través de sus actividades de retiros, convivencias, encuentros de familias, reuniones semanales de adultos y jóvenes, actividades parroquiales…, con el fin de llevar el mayor número de almas a Dios; porque, como decía la Madre Trinidad con un fuego que le abrasaba las entrañas del alma y una fuerza contra la que no podía resistir ni luchar:
«Urge presentar el verdadero rostro de la Iglesia, desconocida por la mayoría de sus hijos»; que «hay que reavivar y recalentar el dogma»; que «es necesario coger la Teología y darla en el amor a todos los hijos de Dios»; que «el seno del Padre está abierto esperando su llenura con la llegada de todos sus hijos»; que «hay que hacer una revolución cristiana en el seno de la Iglesia…»


Los hermanos separados han salido de la Iglesia por no conocer la felicidad infinita que hay en su seno, y porque nosotros, los que somos Iglesia, al no vivir hondamente de sus riquezas, hemos desfigurado la faz hermosa de esta Santa Madre. (14-11-59)
Hace falta que se reavive el dogma entre los miembros de la Iglesia, para que todos sus hijos, viviendo su ser de Iglesia, entren en intimidad con la Familia Divina. (21-3-59)
Mi alma siente gran necesidad de que conozcan a mi Madre Iglesia tal cual es: en su vida, en su hermosura, en su tragedia y en la riqueza que en su seno se encierra, que es Cristo, trayéndonos, por María, el mensaje eterno de la Trinidad, como riqueza infinita, para que, al mirarla, vean el rostro de Dios en ella. (21-3-59)
Es necesario que se ponga la teología al alcance de todos los hijos de Dios dándosela caldeada en el amor para que vivan en intimidad con la Familia Divina. (21-3-59)
Hay que presentar a la Iglesia con toda su hermosura, viviendo la vida de la Trinidad, de Cristo y de María mediante una gran caridad, para que vengan todos los hijos separados que se fueron del seno de esta Santa Madre, porque nosotros, los que somos Iglesia, no se la presentamos en toda su belleza. (21-3-59)
Quiere también el Señor… que haya como una revolución cristiana dentro de la Iglesia, de manera que se la presente a todos los cristianos con toda su riqueza, como cuando los Apóstoles rompieron cantando tan contentos con el Verbo». (21-3-59)
Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia


Demos juntos ¡Gloria a Dios! e inmensas gracias a la santísima Virgen María que, junto a la ofrenda de La Madre Trinidad, han preparado y cultivado el terreno que dará tantos frutos espirituales para la Santa Madre Iglesia.
María Belloso