LAS VOCES DEL TRASCENDENTE SILENCIO

Separata del libro: “FRUTOS DE ORACIÓN. Retazos de un diario”

Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia

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1.302.    ¡Qué vacía está la vida!, ¡cuánta soledad encierra! ¡Qué lleno está el silencio!, ¡cuánta llenura contiene! (17-7-75)

1.303.    En la soledad se encuentra a Dios, que es la llenura infinita, y en el mundo se le pierde, porque sus cosas vacían el espíritu. (17-7-75)

1.304.    El silencio rompe en voces que me gritan con acento profundo: ¡entra dentro, Dios te llama! (27-2-73)

1.305.    Me gusta el silencio porque me gusta Dios. (30-5-78)

1.306.    El silencio está lleno del misterio. El ruido impide escuchar al Eterno Silente. ¡Yo quiero el silencio del Ser en las voces de su infinita sabiduría! (17-7-75)

1.307.    El ruido es: «yo quiero», «yo veo», «a mí me gusta» … Y el silencio, «Señor, ¿qué quieres?», «como Tú quieras», «lo que a ti te agrade». Si esto es la tendencia de nuestro ser,  hemos conseguido el silencio y la virginidad  del alma. (30-5-78)

1.308.    Cuando nada se apetece, porque todo está puesto en el centro de la voluntad divina, se hace el silencio; y ésa es la remota preparación del encuentro con Dios. (30-5-78)

1.309.    Es muy difícil encontrar a Dios porque es muy difícil encontrar el silencio. (30-5-78)

1.310.     El silencio perfecto es la armonía de todo el ser con todas sus tendencias puestas en Dios en un sí incondicional y gozoso. (30-5-78)

1.311.    Cuando me olvidé a mí, me hundí y profundicé en ti y te supe en el misterio infinito de tu serte silencio. (25-3-61)

1.312.    El silencio es como la virginidad de alma, sin más tendencias ni apetencias que Dios. Este silencio es el que nos lleva a Él. (30-5-78)

1.313.    El silencio está lleno de misterio, y el «ruido» impide muchas veces escuchar al Eterno Silente. (17-7-75)

1.314.    Cuando el alma consigue quedarse en silencio, apercibe un gustoso saber que es llenura del Ser en su eterno misterio. (17-7-75)

1.315.    El silencio es, para el alma atribulada, bálsamo que suaviza sus heridas y cicatriza sus llagas. (18-8-73)

1.316.   El silencio es pacificación del espíritu acongojado que busca el más allá, desprendiéndose de las criaturas. (18-8-73)

1.317.    En la paz está Dios, porque Dios se es la misma Paz. (26-11-62)

1.318.    La paz me lleva al silencio del Ser; el silencio me lleva a la paz; y en Dios encuentro mi silencio, mi paz y mi amor. (22-12-74)

1.319.     Dios nos habla en claustrales silencios, porque su infinito silencio es voces en conciertos sonoros de eternas perfecciones.    (11-3-75)

1.320.    Jesús y su criatura se miran, se aman… ¡Qué bien se entienden sin nada decir, por tenerlo todo dicho el Verbo infinito en la penetración Sapiental de su mirada sabida en saboreo de amor! (12-11-74)

1.321.    Cuando está dicho todo, se hace el silencio; por eso el cielo es un eterno silencio. (1-3-61)

1.322.    El silencio impulsa hacia el Infinito y desprende de las criaturas, abriendo en nuestro espíritu ansias insaciables del más allá. (18-8-73)

1.323.    ¿Qué tiene tu silencio que, en tu concierto divino de ser infinito me abisma, haciéndome partícipe de tu silencio en tu silencio? (18-12-60)

1.324.    Ante la cadencia silente del sagrario apercibo el silencio del Ser, porque Éste es sido por el Padre en una consubstancial Palabra amorosa de coeterno silencio. (3-8-71)

1.325.    El Espíritu Santo hace oír la voz del Verbo, en un eterno silencio; por lo que el silencio de Dios son voces de inéditos conciertos. (13-3-75)

1.326.    ¡Qué hondo es el silencio, qué amorosamente sonora su hondura, qué penetrante su agudeza…! «El silencio es tu alabanza». (7-5-78)

1.327.    Al Amor le gusta habitar Él solo en el alma. Por eso, cuando se hizo el silencio, se dijo el Amor; y cuando el Amor se dice al alma, se hace el silencio. (1-2-64)

1.328.    Los gozos del Amor se comunican en lo recóndito del espíritu, donde sólo Dios mora. (2-10-72)

1.329.    Nada hay tan expresivo en las grandes vivencias como el silencio. Y, a mayor vivencia, más grande silencio de profunda adoración. (10-12-74)

1.330.    En el silencio se conoce a Dios, porque allí Él habla al corazón, y el habla de Dios es obrar en el alma. Dios mío, óbrate en mí para que yo sepa de ti. (21-1-65)

1.331.    Cuando supiste a Dios, te quedaste en silencio. Busca el silencio, porque en él está Dios. (4-1 2-64)

1.332.    Si sientes a Dios, te atrae el silencio y tienes necesidad de dejar las cosas de fuera; cuando no le sientas, deja las cosas para encontrarle. (27-1-64)

1.333.    El silencio es el medio eficaz para ponerse en contacto con Dios, ya que separa de las cosas humanas y nos hace trascender a las eternas. (8-8-73)

1.334.    Al silencio de Dios, se llega tras el silencio sencillo y amoroso de la oración. Busca el silencio en la oración y en tu alma, para que encuentres a Dios. (8-8-73)

1.335.    ¿Quieres encontrar a Dios? Búscalo en el silencio de tu alma, donde en silencio Dios se te comunica para que le vivas.             (4-12-64)

1.336.    ¡No interrumpas!; ¡deja que el Silencio hable en silencio a tu corazón! (27-2-73)

1.337.    Al obrar Dios en el alma, ésta debe ponerse en quietud, como si fuese un espejo en el que el Señor se quisiera mirar para verse en ella reflejado, pues los más mínimos movimientos pueden impedir que se reproduzca con exactitud la imagen del Eterno que en ella se mira. (22-3-67)

1.338.    Cuando Dios quiere obrar en un alma para que le reciba, la postura de ésta debe ser procurar la mayor quietud posible, para dejarle actuar libremente en ella. (22-3-67)

1.339.    Hacia dentro, que fuera hace mucho «frío» y mucho ruido que nos impide escuchar a Dios en su paso amoroso de amor eterno besando nuestras almas como Esposo enamorado. (9-3-77)

1.340.    ¡Qué silencio en el cielo…! ¡Qué silencio en la tierra…! En el cielo, silencio de vida, de saboreo eterno, de adoración… En la tierra, silencio de muerte, de amargura, de pérdida de Dios. ¡Qué bueno y qué malo es el silencio! ¡Señor, yo quiero tu silencio, que es bueno! (28-3-69)

1.341.   El silencio de Dios es melodía que nos invita a trascender de lo natural hacia arriba para vivir del Misterio.  (3-8-78)

1.342.    Cuando el silencio sobrenatural empieza a imprimirse en el espíritu, nos experimentamos como invitados a ascender de la tierra a las alturas del Ser, por lo que este silencio pone al alma en una sublime virginidad elevándola en nostalgias de sólo Dios. (3-8-78)

1.343.    La virginidad del alma y el silencio sobrenatural, son una tendencia dulcemente saboreable y profundamente deleitosa, que nos invita a ascender, impulsados por la mano del infinito Ser, a las alturas luminosas de su consubstancial y dichosa sabiduría. (3-8-78)

1.344.    Para ir plasmando en nosotros su voluntad infinitamente deleitable, Dios nos roba por el susurro amoroso de su silencio sagrado y nos hace trascender de los modos de acá a los suyos, imprimiendo en nuestro recóndito un nostálgico deseo de sólo Él, y nos pone en entrega incondicional, que es virginidad trascendente, en la cual se infunde en voluntad amorosa. (3-8-78)

1.345.    Para que Dios pueda escribir en nosotros su voluntad amorosa, hemos de quedar en un silencio incondicional de virginidad, que, en abertura total a Él, le deje plasmarse en el «pliego» en blanco de nuestro ser. (3-8-78)

1.346.    Cuando Dios quiere poner en el alma su voluntad, la atrae al silencio en suavidad amorosa, y la va poniendo en una dejadez y deseo de sólo Él, tan sabroso, que la virginiza, para que quede como una cuartilla en blanco donde Él mismo va escribiendo, en suavidad amorosa de sabiduría sagrada, su querer, quedando este impreso, «como sello, en el corazón» de los que ama. (3-8-78)

1.347.    Dios atrae al silencio; el silencio nos hace trascender hacia el Eterno. La nostalgia de Eternidad nos pone en un grito de virginidad que reclama a sólo Dios, y entonces el Amor Infinito, en voces de inéditas melodías, escribe a fuego su voluntad amorosa en el alma, que ha quedado como un pliego en blanco, donde el Infinito pone la impronta de su querer con Beso de amor eterno. (3-8-78)

1.348.    Al escribir algo, nunca se hace encima de un papel ya escrito, pues lo único que se conseguiría con esto, sería establecer un galimatías, difícilmente descifrable, al querer leer su contenido; por lo que el Señor dice al profeta: «Si separas el oro de la escoria, Yo te haré mi boca» . (3-8-78)

1.349.    Hijos, si anheláis que Dios os pueda ir manifestando su voluntad, buscad la virginidad del silencio, que pone al alma en un grito de sólo Dios, y, entonces, en el vacío de vuestra alma en blanco, Él irá escribiendo su querer en deletreo amoroso de comunicación sagrada.      (3-8-78)

1.350.    Cuando yo hablo hoy del silencio, hablo del mío, de ése que es vida en el interior del espíritu, donde apercibo su suavidad. (18-8-73)

1.351.    El silencio que yo busco, que yo vivo y que yo añoro, es la tendencia callada de todo mi ser, que, dejando toda imaginación, criatura y contacto con lo de acá, me pone en cercanía y experiencia del más allá. (18-8-73)

1.352.    Mi silencio es todo mi ser sin más tendencia que Dios. (30-5-78)

1.353.    Mi silencio es un sí incondicional a la voluntad divina. (30-5-78)

1.354.    Si yo pudiera expresar lo que son los silencios de mi espíritu, descansaría, porque daría a conocer el paso de Dios en secreto. (27-2-73)

1.355.     Mis silencios son llenuras, posesión, felicidad, amor, cercanía del Eterno y conversaciones del Dios vivo en encuentro amoroso.  (27-2-73)

1.356.    Búsqueda del que Es… Vuelo hacia Él… Todo lo que es algo de aquí, es ruido, distinto y distante de todo lo de allá. Mis palabras, mis pensamientos, todo… ¡todo!, yo misma me soy ruido, cosa creada dentro del círculo del tiempo. (29-1-77)

1.357.    Busco el silencio del Ser, necesito adentrarme en su miste-rio, beber de sus manantiales, escuchar su infinita melodía, saboreando el néctar dulcísimo del teclear de sus inéditas notas. (13-2-77)

1.358.    Cuando yo hablo de entrar en el silencio del Ser, hablo de ese celestial silencio que sólo es sabido en las profundidades profundas del silencio de Dios, después de cruzar la puerta de todos los silencios de acá. (8-8-73)

1.359.    En el divino silencio se goza del silencio de Dios, y allí es donde se sabe a qué sabe Dios en la melodía infinita de su ser. (8-8-73)

1.360.    Cuando el alma se pone en silencio para estar con Dios, en descanso, en amor, en su búsqueda… empieza a sentir las dulzuras del silencio y la cercanía del que Es, de su amor, de su gozo, de su paso, de su toque; está como a la puerta del misterio, percibiendo las melodías del Eterno. Y cuando se consigue abrir la puerta y entrar dentro, es cuando, por fin, fuera de los silencios creados, se introduce la esposa en el eterno y divino Silencio. (8-8-73)

1.361.    Mi silencio es vida, es preludio de Eternidad, es teclear de concierto, suavidad de misterio, pérdida de acá y saboreo en llenura del más allá. (18-8-73)

1.362.    Cuando mi mirada se hunde en el seno de Dios, el abismo de su silencio la envuelve, y se pierde en el sacro misterio del luminoso Engendrador, donde, en radiante claridad de eterna sabiduría, el Padre está dando a luz a su Verbo en el abrazo del Beso consustancial del Espíritu Santo. (18-12-60)

1.363.    En la hondura profunda del abismal silencio, escuché aquel concierto divino que, en cataratas de ser, el Padre está deletreando por su Verbo en la armonía armoniosa del teclear divino del Espíritu Santo. (18-12-60)

1.364.    En el silencio Dios pasa, se posa o hace sentir el peso de su amor en el alma, porque el Espíritu Santo es para nosotros pasar, posar y peso de amoroso don. (7-5-76)

1.365. Por la paz profunda del Espíritu Santo, Dios, en su silencio, es dicho al alma en la adoración de una oración sencilla. (7-5-76)