Alma consagrada, vive tu vocación
¡Alma consagrada, predestinada, escogida y mimada para ser, en el seno de la Iglesia, sal de vida, que, en maternidad o paternidad espiritual, como pregón de amor, se derrame a las demás almas...!
¡Alma consagrada, predestinada, escogida y mimada para ser, en el seno de la Iglesia, sal de vida, que, en maternidad o paternidad espiritual, como pregón de amor, se derrame a las demás almas...!
La Hija de Sión aparece tirada, como Cristo en Getsemaní, pero no por eso fracasada ni hundida, ¡no! El Padre la sostiene con el poderío de su brazo, porque su real Cabeza es su Hijo muy amado en quien tiene puestas todas sus complacencias.
¡Alma querida, provéete de alas de águila, ensancha las cavernas de tu corazón, marcha por el camino del amor, de la fe, de la esperanza, abre tus ojos a la verdad, para que seas capaz de extender tus alas e introducirte en la felicidad dichosa del gozo de Dios!
¡Misterio de Navidad…! ¡Secreto de infinita ternura…!: En el silencio de la noche y de la incomprensión, bajo las notas vibrantes del Espíritu Santo, y en el desgarro de la maternidad de María, ¡¡en un pesebre se nos dijo el Amor…!! ¡Silencio, alma querida…! ¡Respeto y veneración! ¡Adora…! ¡Con los Ángeles de Dios, responde en amor…! Porque Dios, hecho Niño, de un momento a otro va a romper en llanto por primera vez en la tierra en un desgarro de soledad e incomprensión...
Yo apercibo el misterio del decir infinito de Dios Padre a los hombres en humilde pesebre y en la noche sagrada de un profundo y secreto silencio…
El pasado día siete de Diciembre hemos tenido la dicha de recibir en Dos Hermanas a nuestro Sr. Arzobispo Don José Ángel Saiz, y a una nutrida peregrinación de miembros de La Obra de la Iglesia: sacerdotes, consagrados y militantes, venidos de España e Italia, con ocasión del fin del año jubilar otorgado a La Obra de la Iglesia por la Santa Sede, en conmemoración del vigesimoquinto aniversario de su Aprobación Pontificia por San Juan Pablo II.
«¡Adviento de María...! ¡Madre...! Tú tenías al Verbo de la Vida en tu seno para ti, para amarlo Tú y para amarte Él. Tú vivías feliz en aquella intimidad y comunicación con el Verbo infinito en tu entraña. Pero, participando de la voluntad divina, olvidada de ti, ardías en ansias terribles de que ese Verbo, que había “saltado” del seno del Padre a tu seno, “saltara” de tu seno a los hombres para entregárnoslo como Hostia que, ofrecida por ti al Padre, fuera nuestra salvación y santificación».
Santa Misa en la catedral de Toledo, presidida por el Sr. Arzobispo, D. Francisco Cerro, con motivo del Jubileo de La Obra de la Iglesia, por el 25º aniversario de su Aprobación Pontificia.
Tres clases de silencio se aperciben, en saboreo sagrado de eterno misterio, allí en lo profundo del espíritu, en el contacto interior, sacrosanto y silenciado del alma con Dios, y en los ratos de sagrario, ahondada en el misterio del Señor del Sacramento que se oculta, silenciado tras las noches del misterio, esperando por si alguno viene a verle.
“¡Hijos, ayudadme a ayudar a la Iglesia; a barrer la basura que ha caído en el transcurrir de los tiempos en el espejo transparente y sin mancilla, luminosísimo y resplandeciente de la Madre Iglesia, donde, tras la brillantez de su luminosidad se refleja, descubriéndose por la faz de Cristo, el rostro de Dios en ella…!”