VALOR DE UN ALMA

Odio al pecado, lo aborrezco y lo detesto con todo mi ser; pero al pecador, por haber sido creado por Dios, hecho a imagen suya para participarle y gozarle, le amo con toda mi alma. Y toda yo, llena de compasión, le grito: «¡Hijo, ven a la Fuente de la Vida, donde por medio de los Sacramentos se te dará a participar del Dios viviente, saliendo así de esa muerte en que te encuentras, para que seas feliz aquí y en la Eternidad, pudiendo dar a Dios la gloria que de ti esperaba...!».